Stefi Speranza — Service design
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Estuvimos conversando con Stefi sobre su recorrido como socióloga en innovación social dentro del gobierno, hasta la actualidad como service designer en empresas digitales. Además hablamos sobre su faceta como educadora de metodologías de diseño de manera presencial, en diferentes espacios y ahora de forma virtual.
-Stefi, contanos cómo empezó tu carrera profesional.
-Soy Licenciada en Sociología egresada de la UBA -como profesión inicial-, a pesar que nunca ejercí como profesional tradicional. Realicé trabajos de investigación y etnografía durante mi etapa de estudiante en centros como Gino Germani y también como becaria en España. Desde que me recibí empecé a trabajar en temas de innovación.
Las palabras de Steve Jobs: “Vamos a empezar a unir los puntitos”, me representan en este camino no lineal que llega hasta el día de hoy, con el título de Service Design. La sociología es una carrera hermosa que volvería a elegir un millón de veces, pero también es una gran base que brinda herramientas metodológicas que pude emplear durante mi desempeño profesional.
-¿Cómo fue tu recorrido trabajando en el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires?
-Mi experiencia en lo público fue excelente y me introdujo en temáticas que me definen profesionalmente hoy, como la parte de Innovación Social y todo el aspecto de sustentabilidad. La sociología no tiene ese foco y menos en la UBA, que tiene una perspectiva mayormente trotskista-marxista.
Mi primer trabajo fue en el GCBA, en la Dirección de Emprendedores, en medio del cambio de gestión, donde se nos asignó el Laboratorio de Innovación Social. En ese momento nos parecía absolutamente abstracto el término, la única palabra de esas tres con las cuales yo me sentía representada era “social”. Sin embargo, fue un período súper interesante de incorporar conocimiento y crear un montón de cosas desde cero, una oportunidad que pocas veces se tiene tan temprano en la vida profesional. Nuestro trabajo era establecer puentes o introducirnos y ver qué se podía crear, y ahí creo que se ponían en juego nuestras capacidades.
Teníamos muchos programas de inserción emprendedora y estábamos como programa hermano -dependiente de la misma Gerencia- al Programa de Integración Emprendedora, a través del cual muchas de las cosas que hacíamos tenían que ver en cómo se podían acercar herramientas de innovación y emprendedurismo a poblaciones vulnerables en distintos barrios de la CABA.
Por otro lado, fue la primera vez que tuve contacto con el Design Thinking, una de las principales metodologías que se usaban para pensar la innovación. Y ahí es donde sí creo que hay un hilo conductor respecto a lo que sigo haciendo el día de hoy con esa herramienta, ya que fue la primera vez que escuché hablar en el diseño centrado en las personas, y resultaba coherente, trabajando en el espacio público, porque no podría haber nada que esté más diseñado pensando en los usuarios que un programa público que debería llegar a la mayoría de los ciudadanos.
Creo que era muy radical hace más de cinco años atrás pensar en usar esa metodología -que estaba pensada para brainstormings en startups- en algo tan grande como el GCBA y en programas, que muchas veces tenían como fin como impacto social a la base de la pirámide (aunque no nos gusta este concepto para pensar una sociedad).
-¿Y cómo fue el salto al mundo privado?
Justamente, hicimos una articulación con una consultora que se desempeña en el área de Innovación y se especializa en Design Thinking, Minds Garage. Después de trabajar con ellos en un proyecto en particular me ofrecieron sumarme como consultora.
Empecé a trabajar aplicando la metodología del Design Thinking, pero etapa por etapa, estrictamente en un montón de proyectos, sobre todo en el mundo privado. El segundo servicio que estábamos ofreciendo era enseñar, di clases en distintos lugares (incluso en la UNSAM, en una maestría), siempre teniendo el gran caballito de batalla que es la metodología del Design. Hoy en día soy la primera en criticarla, pero en ese momento fue super interesante aplicarla y enseñarla.
En esa consultora estuve trabajando casi un año, hasta que empecé a extrañar lo social, entonces les propuse irme a San Francisco en enero, para acercarme a los referentes de Innovación a los cuales estábamos todo el tiempo haciendo referencia.
Contacté con una chica (Agustina Fainguersch), que es la actual CEO de Wolox. En ese momento estaban en plena etapa de crecimiento con una startup que se llamaba Muzi, pero eran sólo dos emprendedores que habían logrado sumar un tercero de Sudáfrica, así que mi aparición les vino como anillo al dedo. Nos juntamos a tomar un café sin todavía ninguna de las dos entender bien cómo íbamos a trabajar.
Cuando me mostró la app para personas marginadas de Sudáfrica, cuya interfaz visual eran ilustraciones de hombrecitos blancos (risas), le dije: “Ya sé cómo te puedo ayudar”, ya que ni se habían dado cuenta de que no estaban diseñando para ese usuario específico. Viajé entonces esas cinco semanas a San Francisco. Ahí aprendí a aplicar Design Thinking de forma mucho más amplia a como lo estábamos trabajando en ese momento, pensando en la experiencia completa, de punta a punta.
Y así fue que me sumé a mi primer trabajo en tecnología cuando volví a Buenos Aires, donde llegué sin entender muy bien cuál era mi rol. Cuando entré fui la primera contratada para lo que se llamaba en ese momento Product Thinking, la idea era aplicar Design Thinking en los productos digitales. Después matamos Product Thinking y nos dimos cuenta de que la metodología del Design Thinking no era suficiente para abordar temas que tienen que ver con el negocio, de entender que todo producto es una experiencia, pero no sólo desde el lugar del usuario, sino que también es una creación en un contexto donde hay o inversores o es una empresa que está queriendo transformarse digitalmente, y que tiene que ver más con Digital Business Design.
Mi último paso profesional fue hace poco, como senior service designer, que es un rol muy parecido al que estaba haciendo antes sin toda la parte de gestión de equipo, porque en Wolox fui gerenta del equipo de Digital Business Design.
Creo que hoy en día la mejor definición de mi rol es Estrategia y Service Design. Si bien una faceta técnica en herramientas de investigación de usuario por mi formación como socióloga, mi perfil profesional tiene que ver con el entendimiento de quiénes son los actores involucrados, porque en un lanzamiento se representan los tiempos de distintas personas, cómo se traduce una idea hasta aplicarla a la realidad con distintos touchpoints entre actores que tienen que llevarla a cabo, como el backend de un software o un product owner.
-Ya que hablamos de estos saltos de gobierno, startup, empresa multinacional, ¿Qué encontrás de diferencias en cuanto a la práctica del diseño en cada uno de estos sectores?
-Voy a hablar desde la perspectiva del diseño de la tecnología. La sociología tiene todas las herramientas para entender un problema y el diseño propone o aplica soluciones. Eso es para mí el complemento perfecto. En el GCBA y en el sector privado siempre van a correr los tiempos y muchas veces me pareció que faltaba tiempo. En ambos casos se peca de investigar poco. Se paga, se invierte el tiempo para hacer una investigación, pero luego se investiga poco durante las siguientes iteraciones.
En el GCBA nos pasaba que empezábamos algo porque había grandes ideas pero no sé si siempre hacíamos un estudio para justificar ante un programa. Cerraba el presupuesto, había que sacar cosas. La metodología en la teoría es una cosa y en la práctica es otra. Está bueno estar en contacto con esa realidad para no pecar. Yo leo mucha teoría, entonces me doy cuenta que hay muchas cosas que suenan lindas pero no se pueden implementar.
Muy distinto en el espacio público es la justificación o la métrica. siempre estás trabajando para llegar a la mayor cantidad de ciudadanos posible. En cambio en el privado también se mide mucho más y se busca el número, pero miden la métrica de éxito del producto que justifique una inversión.
Después, de mi lado como socióloga siento que soy un bicho rarísimo. Todo el tiempo me confunden con una diseñadora. Me parece que desde el lugar de socióloga hoy en día hay un montón de lugar para que las ciencias sociales ingresen en el mundo del diseño y que sea un punto de contacto para llevarlo a la tecnología o a otros temas de innovación, porque literalmente son las mismas herrramientas. Y veo a muchos diseñadorxs hacer entrevistas de veinte minutos, sin guías de preguntas, selecciones aleatorias de usuarios, mucho de falta técnica, sin generación de hipótesis; pareciera que es un paso más.
A su vez lxs sociólogxs se quedan cortos, en general no saben pensar en métricas de negocios o no tiene contacto con la tecnología de la manera en la que hay que entenderla y pensar desde adentro lo que es una infraestructura, etc. Son dos mundos que tienen que aprender a hablarse para trabajar en esto, pero ambos tienen mucho lugar y la FADU nos lleva la delantera.
Tengo muchos amigos sociólogos que la pasan muy mal trabajando en agencias de publicidad y de análisis de mercado porque sienten que le están vendiendo el alma al diablo, cuando en realidad la tecnología es un mundo hermoso. Se buscan muchos perfiles sociales porque se necesitan. Pero a la vez les piden que tengan herramientas del mundo del diseño ¿Entonces en qué quedamos?
En mi experiencia, las empresas desean escuchar distintas voces. Está bueno porque la tecnología y la cuestión digital está afectando a todas las industrias, es un gran momento.
-Contanos un poco sobre tu rol de docente, ¿Cómo fue esa experiencia?
-La verdad que tocaste un punto donde quiero poner energía. Me gustaría mucho volver a espacios educativos, aunque sean formales, como la universidad, en formatos del tamaño de todo esto. Mi experiencia en dar clases empezó como la caradurez de hablar en público y empezar a darme cuenta de que me sentía cómoda.
¿Por qué me gusta la educación y hablar de esto y me sumo a todos los espacios donde se pueda replicar y compartir este tema? Sin duda es porque me gusta lo que hago. Siento todo el tiempo que me enteré tarde y la verdad es que hace un montón de tiempo que lo estoy haciendo, aunque me hubiera gustado algo a considerar como camino profesional y no algo con lo que me fui tropezando.
Respecto a mi experiencia docente, lo más formal fueron las clases que di en la Universidad Di Tella y en la UNSAM para módulos de Creatividad e Innovación, pero presenciales. En formato online estuve invitada por Platzi a dar un curso de Design Thinking. Estuvo buenísimo, fue todo un viaje, tuve que ir a Bogotá, donde están las oficinas centrales. No entendía muy bien lo que iba a hacer, pero teníamos un material recontra valioso, que todavía sigo usando un montón.
Venía trabajando con ese tema y me animé al desafío de hacerlo online y crear ese curso, ya que había estado casi un año dando ese taller en distintas empresas. Creo que nunca dimensioné lo que podía ser el online, todavía hoy me llegan por Linkedin agradecimientos. Fue interesante haberlo hecho en español, ya que no hay mucho material.
-¿Qué proyectos te gustaría tener a futuro?
-Me gustaría mucho volver a temas de educación. No se si será sumarme a alguna iniciativa existente pero sí me gustaría empezar a trabajar en un marco menos de workshop aislado para distintas comunidades, y no formalizar un aprendizaje, y creo que para eso sirven mucho estos formatos de seminarios o de capacitaciones breves, en universidades y pensado especialmente para las ciencias sociales, para volver a mi comunidad de origen. Pasar de ser el sapo de otro pozo que está entre diseñadores a ser el sapo de otro pozo de una socióloga que hizo otra cosa. Queda pendiente porque lo empecé a gestar dentro mío hace poco. En el día a día ya no tengo nada de impacto social y es algo que extraño mucho.
Si querés saber más sobre Stefi podés encontrarlo en Linkedin o en podés ver su Instagram sobre cocina @verde.pantone.
Te recordamos que se pueden ver pequeños fragmentos en video de la entrevista en el perfil de Instagram de este proyecto