Cromosoma — Diseño y oficios

Entrevistas proyecto diseño+

Alejandra Molina
17 min readMay 23, 2021

Estuvimos conversando con las chicas de Cromosoma (Noelia, Agostina y Natsue) sobre su estudio de diseño social vinculado con el sector textil y las oportunidades que se les puede dar a comunidades en situación de vulnerabilidad en diferentes partes del país. Además, hablamos sobre su mirada teórica del trabajo que hacen y sobre sus grandes planes a futuro.

Edición: Cromosoma, Glenda Ross, Ailén Cabaleiro y Alejandra Molina

Izquierda a derecha: Noelia, Agostina y Natsue

-¿Podrían hacer una mini intro acerca de ustedes y a qué se dedican?

-Noelia: Yo soy Noelia Ponce de León, diseñadora de indumentaria de Córdoba Capital.

-Agostina: Yo soy Agostina Martino, también diseñadora de indumentaria y del mismo lugar. Fui emprendedora durante muchos años. Ahora estoy migrando a Cromosoma.

-Natsue: Yo soy Natsue Kiyama, igual profesión. De Río Tercero, Córdoba. También ahora trabajo en Cromosoma, incursionando en la investigación y la escritura en torno al diseño, a lo ambiental y lo social.

- Cuéntenos qué es Cromosoma y cómo comenzó.

-Noelia: Cromosoma es hoy un estudio de diseño y es el espacio desde donde buscamos hacer del diseño una herramienta accesible generando y potenciando proyectos con una visión inclusiva, circular y sostenible.

Brindamos servicios, compartimos conocimiento y vinculamos diseño y territorio a través de procesos participativos y colaborativos junto a comunidades de artesanas/os y unidades productivas de la economía social y popular. El territorio es el eje fundante de Cromosoma, ahí empezó todo.

Un poco de historia

El Proyecto nació en 2012, empecé primero yo sola. En ese tiempo estudiaba Derecho, ya que desde siempre estuve atravesada por la perspectiva social, pero también quería hacer diseño. En ese momento, no sabía cómo conectar una cosa con la otra. Después decidí estudiar diseño, pero Cromosoma fue mi primer proyecto, incluso desde antes de empezar a estudiar Diseño, y se materializó de casualidad.

En aquel momento, la productora artística de unos amigos franceses realizaba actividades en barrios periféricos de Ciudad de Córdoba haciendo música con niños y construyendo instrumentos con elementos que recogían de la basura, y con eso montaban jornadas de construcción colectiva y conciertos. Dentro de ese marco, surgió la idea de generar un proyecto que tuviera que ver con la moda. Ellos tenían la premisa de trabajar en territorio y generar a partir del descarte, con eso unimos todos esos puntos.

Escribí el proyecto y empecé a trabajar con otra amiga que es gestora cultural y abrimos convocatoria a diseñadorxs de Córdoba que quisieran sumarse como talleristas y fuimos a trabajar a Villa El Tropezón, que es un asentamiento que está al lado de la ciudad.

Cromosoma se transformó así en un esquema que unió diseño y territorio, partiendo desde problemáticas que surgen desde el hecho de vestirse, su impacto sociocultural, la inclusión-exclusión. Ese fue el tema del primer año: cómo nos determina cada prenda o elemento que llevamos puesto y qué pasa cuando no podemos elegir, ya que la realidad en el barrio era que la gente se vestía a partir de donaciones.

Entonces empezamos a enseñar a coser y arreglar la ropa que llegaba, y cómo a partir de la customización los chicos o mujeres que se acercaban al taller podían reapropiarse de la imagen, de poner algo suyo en lo que ya venía dado. Tras cuatro meses de trabajo, finalizamos con un evento en el centro de Córdoba donde pudimos traer a los chicos que no conocían el centro, además de conectar diferentes diseñadores entre sí. Montamos una performance donde pudimos mostrar cosas que se habían creado en conjunto, ya que desde entonces estaba presente la idea de la co-creación o creación participativa. Además lxs chicxs del asentamiento no conocían la ciudad de Córdoba, así que fue toda una experiencia traerlxs.

Al año siguiente fuimos a otra comunidad con la idea de replicar el método de trabajo, en un asentamiento cercano a residuos cloacales. Llegamos hasta una ONG que trabajaba con mujeres víctimas de violencia de género en un barrio que está dentro de Córdoba capital, pero alejado. Al haber una sola escuela en todo el lugar, donde las mujeres llevaban a sus hijos y hasta la hora de salida no podían regresar, la ONG funcionaba como espacio de reunión y contención, proponiendo talleres y apoyo terapéutico para situaciones de violencia.

Cuando planteamos el asunto del vestirse, las preguntas que surgieron fueron: “¿Para qué voy a arreglar si no salgo de acá y sólo llega una línea de colectivo?” “¿Con qué me voy a vestir?”. Eso nos dió a pensar que no todos podemos elegir lo que nos ponemos, y que cuando desde el discurso sustentable le pedimos al consumidor que elija de manera consciente lo que consume, estamos interpelando a un sector privilegiado.

Entonces consultamos qué les gustaría ponerse para el supuesto festejo de la fiesta de quince de alguna de sus hijas, y que ese deseo pudiera canalizarse a partir de aprender el oficio de hacer ropa para ellas, algo que también les funcionara como salida laboral. Así empezaron en el 2013 y hoy lograron generar un polo textil.

En ese taller utilizamos la técnica de collage para ir hilando un proceso creativo hacia algo que cada una quisiera crear, para trabajar la moldería desde ahí, pero pasaban las jornadas y el proceso estaba trabado, no salía nada. Un día la psicóloga que trabajaba con ellas sacó a la luz un montón de temas que nos hicieron dar cuenta que nunca íbamos a llegar a un resultado porque el conflicto era el hecho de enfrentarse con su cuerpo.

Muchas de ellas no podían ni tomarse las medidas. Estamos hablando de víctimas de violencia con una autoestima altamente dañada. Por eso, después, establecimos una labor grupal para lo que cada una de ellas significaba ser mujer, en su contexto, con sus problemáticas y con su realidad de todos los días. Algunas hablaron de la vida, otras de la fuerza, otras tomaron este tema de los estereotipos, lo volcaron ahí, y eso funcionó como punto de partida para una muestra que presentaron a fin de año en un congreso contra la violencia de género.

De la creatividad a la profesionalización

A partir del año siguiente nos contactaron para empezar a trabajar con cooperativas textiles. Desde ahí empezó a cambiar un poco el rumbo del proyecto porque dejó de ser netamente creativo para empezar a estar en vinculación con unidades productivas y problemáticas que se encuentran en los talleres de los barrios o zonas vulnerables, donde las máquinas de coser son una herramienta laboral y el sustento económico de las familias.

En la primera cooperativa nos encontramos con ocho mujeres, donde ellas mismas construyeron su espacio de trabajo, consiguieron las máquinas y se pusieron a coser. Pero el problema que tenían era que los clientes no querían ir hasta allá ni los proveedores llevar pedidos. La consecuencia era que la continuidad laboral se veía interrumpida. Por otro lado, todos los años a comienzo de año sus hijos recibían por parte del Estado un kit escolar que contenía mochilas y cartucheras, y pasaba que algunos de los chicos ya estaban en la secundaria, pero les eran asignadas mochilas con estampados infantiles.

Entonces ellas armaron un proyecto acompañadas por una organización social, fueron a la municipalidad y ofrecieron elaborar las piezas, ya que ya estaban equipadas con herramientas de trabajo: “Dennos el dinero a nosotras y nosotras armamos unas mochilas lindas, lisas, para permitir una educación digna para nuestros hijos” era la propuesta.

En ese primer año que llegamos consiguieron que les encargaran 750 mochilas. No sabían hacerlas, entonces abrieron piezas, las desarmaron, copiaron la moldería; pero tenían algunas fallas técnicas que fuimos desarrollando y mejorando con el transcurrir de los encuentros. Las volvimos a encontrar hace dos años, y ese proyecto se convirtió en un proyecto productivo de 14.000 mochilas y cartucheras que nuclea 11 talleres dentro de una cooperativa textil, más algunas vecinas que también cosen en sus casas.

Otra cosa con la que trabajamos fue la profesionalización a la hora de tercerizar servicios, ya que en el oficio de producción de indumentaria cuando se tiene el primer encuentro con la pieza que se va a reproducir, como es un tiempo largo porque hay que decodificar la ficha técnica, probar que todo funcione y demás, generalmente las muestras se cobran el doble de la reproducción. Ellas no las cobraban porque no sabían.

Al ser el sector textil es muy informal, no hay tarifarios oficiales, y como está muy vinculado a la necesidad y a la exclusión, lo que les ofrecen como pago lo toman. Les hicimos un acompañamiento de un año donde enseñamos a interpretar y crear una ficha técnica, a cómo cobrar los trabajos.

A partir de ahí empezamos a tener otro rol que no solo era el creativo. Eso nos dio a entender que falta la pata de capacitación, las organizaciones bajan las herramientas físicas para hacerlo, pero no enseñan a que ellas brinden sus servicios de una manera más profesional y los productos tengan la potencialidad para salir de los barrios y que ellas puedan vivir de lo que producen. Obviamente el diseño solo no hace eso, pero tenemos la capacidad de acompañar y potenciar lo que ellas vienen haciendo.

Resignificar el descarte textil

En el medio de esto también generamos campañas que tenían que ver con el residuo textil, que es una problemática acá en Córdoba y a nivel nacional: no hay tratamiento de los residuos textiles y se produce un gran volumen.

También trabajamos con una fundación que nucleaba chicos con discapacidades psicomotrices, con los movimientos automáticos ayudaron a cortar y armar ovillos de totora, se tejieron y crearon piezas que se vendieron para recolectar dinero para ayudar a esa fundación, pero nos quedó otro remanente que además se vincula con la composición de los textiles (plástico y demás) que no tienen tratamiento, y es otro de los proyectos que hoy estamos abordando.

Esa campaña nos permitió que desde el sello Diseño Cordobés, que depende de la Secretaría de Cultura de la Municipalidad, se replicara nuestro modelo de trabajo generando un proyecto que se denominó Sello Diseño Responsable, donde se convocó a diseñadores a crear productos a partir del descarte textil, y a cada uno de los proyectos seleccionados se los vinculó con una cooperativa en territorio formando equipos de trabajo, y esos productos co-creados tuvieron un espacio de venta dentro de la feria anual Córdoba Diseña. Todo eso que nos llevó a crear proyectos de vinculación con colectivos para empresas y demás, hizo que la nueva configuración sea de estudio.

Hoy somos un estudio de diseño social, con trabajo en territorio y migrando hacia nuestras comunidades y necesidades de nuestro contexto. Fue una decisión política el diseñar de esta manera, cómo queremos ejercer nuestro rol de diseñadores dentro de la sociedad en que habitamos, ya que tenemos la figura del estudio del diseño siempre haciendo objetos lindos para llevar a ferias internacionales, poco vinculadas con las necesidades más cercanas, donde vemos que es posible hacer para mejorar nuestro contexto. Y ahí fue cuando se sumaron Agostina y Natsue.

Los pilares del proyecto

-¿Nos pueden explicar qué significan los verbos en su organización?

-Agostina: Cromosoma traía un gran universo de acción, a partir del cual las tres nos definimos muchísimo. Noe con toda esta trayectoria que contó, y cada una de nosotras por los caminos de los que venimos desde el hacer. Entonces dijimos: “Configurémonos haciendo”. Bajo esa visión creamos un modelo de cinco ejes que hoy nos sirven de guía para poder ordenar y canalizar los proyectos de los servicios que brindamos:

  • Vincular apunta a generar vínculos entre comunidad- Estado- empresas. Es algo que Cromosoma ya venía haciendo, y muchas veces nos permite llevar adelante proyectos que alíen distintos actores y se transformen en catalizadores de proyectos más grandes que nos exceden. Cumplimos un poco el rol de gestión diseñando sistemas que vinculan a diferentes actores en torno a una acción o una problemática, buscando en ese circuito diseñado, la alternativa superadora de esa situación.
    También desde este eje se han tejido redes con academia por ejemplo, hoy tenemos dos equipos de diseño gráfico a partir de un trabajo en conjunto con la Licenciatura en Diseño de la Universidad Provincial de Córdoba.
  • Generar tiene que ver con crear proyectos propios, investigaciones, bancos de información. Hoy trabajamos en esto último. La investigación aún la no hemos abordado, pero la tenemos ahí, latente, ya que creemos que hay mucho por hacer dentro del rubro en torno a generar datos.
  • Potenciar mediante capacitaciones, esto a lo que se refería Noe anteriormente. Muchas veces en las comunidades es necesario capacitar en cuestiones más técnicas del oficio, que puede ser manejo del proyecto en sí o habilidades más blandas.
    Hoy además encaramos un espacio de capacitaciones junto a
    Back in Fashion de Buenos Aires, buscando generar aulas virtuales donde poner un poco en crisis lo que aún nos muestran del diseño de indumentaria o de la moda, pensar en el impacto de las decisiones de diseño y construir alternativas de manera colaborativa. Son cuatro módulos que estaremos desarrollando hasta Julio. Lo bautizamos Cátedra B pensando en el lado B de los contenidos que aún hoy nos enseñan en la facu y en las escuelas de diseño.
    Trabajar la sostenibilidad desde una perspectiva local, eso implica contemplar los recursos que tenemos y también en las limitaciones de nuestro contexto, pero tomando estas limitaciones no como algo que paralice los proyectos sino como una instancia de reflexión y acción que permita ver el bosque y no detenernos en el árbol. La sostenibilidad en moda generalmente se piensa traducida en materiales y eso deriva muchas veces en la industria del lujo.
    Hay muchos otros aspectos que hacen que un proyecto o un producto sea sostenible, es necesario analizar y trabajar de manera transversal y entendiendo las decisiones de diseño como uno de los aspectos más importante de la sostenibilidad, eso es lo que deseamos dejar como semillita para quienes pasen por cada uno de los módulos.
  • Mejorar: pensando en producto de empresas, marca, emprendimientos, mini pymes y demás que ya tienen productos desarrollados y quizás quieren migrar a algo más circular o hacia algún proyecto con más contenido social y ambiental.
    Desde este eje hoy desarrollamos productos para emprendimientos locales que están trabajando con residuos de otras industrias, estamos haciendo un trabajo fuerte de diseño circular y de codiseño.
  • Impulsar: proyectos, iniciativas, empresas que aún no generaron el sistema y arrancamos de cero elaborando el proyecto completo.
    Cuando tenemos alguna consulta acerca de si lo podemos abordar desde el estudio lo inscribimos en este círculo de cinco verbos, que nos impulsa, nos define, nos ayuda a ordenarnos, así como también crear proyectos propios desde el estudio y que no vienen de clientes externos.

El territorio

-Pueden contarnos qué dificultades o beneficios encuentran al trabajar con comunidades de diferentes territorios del país.

-Natsue: Estamos trabajando con una comunidad que es de Córdoba y con otra de Salta, de la etnia wichi. Obviamente decanta la respuesta, es que el contexto cambia. Si bien nuestra forma de trabajo tiene su complejidad, no quiere decir que se trate de trabas o dificultades, sino más bien un camino alternativo al que solemos estudiar o ver. Tiene que ver con salir de la zona de confort, salir de la caja, ver qué sucede en el contexto, empaparnos de realidades que componen la sociedad que habitamos, y en base a eso empezar a ver de qué manera matchear las herramientas, los procedimientos que trae la diseñadora y ponerlo a disposición y construir a partir de ahí.

Como dificultades, en algunos casos hay cosas que nos exceden, pero vamos tratando de reformular, como limitaciones de infraestructura y barreras culturales. Por ejemplo en esta época el sol es muy intenso en Salta, entonces el horario de reunión con la comunidad se traslada a horarios post siesta, y ahora que se avecina la época de lluvias también hay dificultades porque la conectividad es intermitente, entonces se postergan las reuniones, la comunidad prioriza urgencias materiales y el proyecto se vuelve discontinuo. Esas cuestiones nos exceden, pero no hacemos oídos sordos y buscamos la manera de continuarlo.

Beneficios hay un montón, como el hecho de vincularnos desde otro lugar y co-construir a partir de ahí y no ir como diseñadoras a decir cómo tienen que hacer las cosas desde un lineamiento vertical sino escuchar, desaprender, animarnos a encontrarnos en jaque y entender que hay montón de cosas que damos por sentadas y que en realidad no aplican a todas las comunidades. Eso es un aprendizaje diario y constante que es de muchísima riqueza, a nivel personal y profesional.

Eso también nos hace quitarnos el ego del diseñador que va con una varita a indicar qué se debería hacer, y en realidad se empieza a desconfigurar todo eso dando lugar a algo más horizontal donde cada voz tiene un peso, y a la hora de construir proyectos integrales, es necesario que las voces se escuchen. Esto también posibilita el trabajo interdisciplinario, ya que hay cosas que por más voluntad que tengamos, no poseemos las herramientas, entonces es sabio acudir a quien lo sabe hacer y nutrirnos desde lo colectivo.

Un poco de teoría

-¿Qué autoras o autores les inspiran? Porque además en su cuenta de instagram comparten textos muy interesantes sobre el rol del diseño en la sociedad, que fue la razón por la cual empezamos a seguir su cuenta en Instagram.

-Noelia: Hay autores teóricos de diseño social que son los clásicos como Papanek, Manzini, Bonsiepe hablando sobre la periferia; pero también prestamos atención a lo que pasa con los diseñadores latinoamericanos contemporáneos, y sus plataformas, como Diseño y Diáspora, Materia Oscura que se animan a cuestionar qué estamos haciendo con el diseño desde nuestro lugar, desde este lado, a descolonizarnos. Porque siempre buscamos la legitimidad del otro lado, aprendemos con las escuelas clásicas europeas, vemos la Bauhaus.

Materia Oscura en uno de sus artículos se pregunta algo muy interesante: “¿Qué hicimos los diseñadores en Latinoamérica con estos cincuenta años de institucionalización que tiene el diseño como disciplina? ¿Qué problemas resolvimos?”. El diseño social está todo el tiempo en construcción, no sabemos muy bien qué es.

Yo empecé a ejecutarlo desde la práctica, y recién hace dos años que acepté usarlo como término porque en un principio se interpretaba como acción social, entonces me rehusaba a usar el término y hablábamos de “diseño responsable”, hasta que pude amigarme desde lo teórico, a poder deconstruir el concepto.

Ahora hay muchos en la misma situación, intentando decodificar qué es lo que hacemos desde el diseño social a partir de la práctica, de qué estamos haciendo lxs diseñadorxs en nuestro contexto. También tomamos lo que pasa en el territorio, en la charla con las comunidades donde una escucha frases quiere que queden escritas. Mucho del diseño social se construye desde la práctica misma.

Hay teoría, pero también estamos siguiendo mucho a lxs colegas, con ustedes me pasó lo mismo, yo las empecé a seguir cuando empecé a ver los lugares que está ocupando el diseño en el Estado o el colectivo Hay Futura nos está dejando mucho contenido, entre otrxs. Estamos siguiendo a todas las plataformas de crítica y cuestionamiento del diseño, de ahí viene todo nuestro contenido.

El futuro

-¿De qué manera va a seguir creciendo Cromosoma?

-Noelia: Cromosoma hoy trabaja con dos comunidades en generación y desarrollo de proyecto. Estamos en un taller textil en Campo de la Ribera, un barrio de Córdoba capital, buscan generar un proyecto autogestivo, y después de un tiempo de acompañamiento y para reforzar sus servicios y decantó en el deseo de crear una marca de indumentaria de trabajo. Ahí acompañamos el desarrollo de producto y de identidad, trabajamos con equipos de la universidad provincial, que se generaron a partir de la cátedra de Estrategia e Innovación Sustentable. También tenemos dos grupos trabajando con cada una de las comunidades, una con el taller textil y otra con la comunidad wichi.

-Agostina: Con la comunidad wichi se acercó un referente con la intención de llevar adelante un proyecto que sea principalmente de contención social y que permita comercializar sus productos en fibra de chaguar, que es una fibra vegetal que ellos tienen en la zona, la cosechan, la hilan y la tejen en distinto productos. El objetivo es generar una marca. En el proceso desaprendimos sobre lo que nosotras pensamos que es presencia de marca y configurar lo que ellxs como comunidad entiende como marca. También descubrimos la necesidad de compartir pantalla ya que no podemos ir hasta el territorio, ya que hoy estamos atravesados por el contexto de la pandemia y la comunidad no conocía ni siquiera el uso del mail. Entonces con uno de los equipos de la UPC empezamos a confeccionar manuales que les permitieran el conocimiento de herramientas informáticas. En paralelo a la capacitación armamos seguimos con el proyecto (Nihay el nombre de la marca) y estamos en ese proceso hace cinco meses.

-Natsue: La última pata tiene que ver con buscar una solución al residuo textil que se descarta en la ciudad de Córdoba, que son muchísimas toneladas. Hoy se separa, pero no sirve de mucho, así que estamos incursionando en la generación de una nueva materialidad, en la inserción del desecho como materia prima en un nuevo circuito y de manera circular. Siempre pensando en los pilares fundamentales de Cromosoma, que tienen que ver con lo ambiental y social. Eso está escalando de a poco, pero le vemos muchísimo futuro, pudiendo ser un proyecto que marque precedente.

-Noelia: La bajada que diferencia el estudio es la generación, además de la materialidad, de un sistema que vincula actores: cooperativas de recicladores, gestores de residuos, diseñadores industriales. A las marcas enfocadas en la sustentabilidad les está faltando la pata social, entonces se nos están acercando para buscar la vinculación con las cooperativas y talleres. Si vamos a generar productos para terceros, ellos deben saber que la decodificación de ese producto se va a hacer con una capacitación dentro de las cooperativas en el territorio, con las chicas trabajando todas juntas.

Con el residuo textil sucede lo mismo, si vamos a trabajar con cooperativas de recicladores, yendo a las cooperativas, capacitando sobre clasificación y cortes de textiles o el desarmado de prendas, después los dejamos trabajar solos pero con la pata anclada en el territorio, que es lo que caracteriza nuestro modo de hacer.

-Agostina: Cromosoma crece todos los días, estamos abiertas a que suceda. La realidad nos conecta con gente que no nos imaginamos y tenemos varias fotos finales que nos motivan y nos hacen soñar. Una tiene que ver con Cromosoma en nodos en Latinoamérica y el mundo aplicando nuestro método de trabajo, vinculandonos con colegas trabajando en territorio, de hecho tenemos una colega trabajando en México. La otra es poder lograr tener nuestro propio espacio físico, donde las costureras puedan acercarse a trabajar cerca del centro de la ciudad. Generar modelos de trabajo que puedan ser replicados en otros rubros. Somos ambiciosas, no nos achicamos a soñar.

Cómo conectar

-Glenda: Antes de terminar, ¿Cómo se puede hacer para generar estos acompañamientos? Porque en la Casa Cultural donde participo recibimos muchas donaciones de ropa. Hay un ropero solidario, al que muchas veces no se accede porque la ropa no es del gusto de la gente del barrio o hay dificultades de talles, sería un sueño que alguna vecina del barrio pudiera recoger esas piezas y adaptarlas a la demanda.

-Natsue: Nos pueden contactar por Instagram o directamente al mail, que es contactocromosoma@gmail.com. Después, la primera etapa tiene que ver con la vinculación, conocer a fondo sobre el proyecto, cuál es la inquietud a destrabar, cómo podemos contribuir y co-construir. Que nos escriban con total confianza y a partir de ahí se va moldeando en conjunto, de manera horizontal y colaborativa.

-Noelia: A nosotras nos está matando el no poder movernos por el contexto de la pandemia. Para hacer el diagnóstico se precisa estar in situ, ya que brinda otro panorama de hacia dónde apunta la problemática, la escucha de la parte del diseño centrado en el usuario, porque lo que tiene de negativo la distancia es que uno linkea directamente con lo conocido. Nos pasó con los wichis. Ellos querían generar una marca. Nosotras pensamos en la marca clásica que comercializa a través de Instagram, y luego nos dimos cuenta que ellos no manejan herramientas de comunicación visual como para que nosotras pudiéramos compartir una pantalla y mostrar cosas. Entonces tuvimos que retroceder, generar las guías sobre las que hablaba Agostina. Si hubiéramos estado ahí, nos hubiéramos dado cuenta antes.

-Agostina: Igualmente, a través de la virtualidad estamos encontrando otra forma de acompañar. Y en esto de beneficios y contras, trabajar desde el problema: la escasez, de la demanda. lejos de ser un problema es un impulso, se potencia la creatividad y salen cosas interesantes.

-Noelia: Hay colega de México sobre la que hablaba Agostina nos escribió porque trabaja en una Casa-Hogar donde reciben mujeres víctimas de violencia de género. Y sola no te da el cuerpo para llevar generar cuestiones. Entonces con ella estamos funcionando como equipo soporte, y tenemos a alguien presente en territorio mientras asesoramos de manera remota, es totalmente posible.

Si querés saber más sobre las chicas de Cromosoma podés encontrarlas en Instagram, su cuenta de Medium o también pueden suscribirse a su newsletter.

Te recordamos que se pueden ver pequeños fragmentos en video de la entrevista en el perfil de Instagram de este proyecto.

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Alejandra Molina
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Written by Alejandra Molina

UXer at Globant. My interests include design theory, coffee, and cats.

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